jueves, 31 de marzo de 2016

LA VOLUNTAD DE ACCIÓN

Que un hombre es de un modo y no de otro, es lo que el conjunto de sus acciones le enseña y de ello se siente responsable. En el esse (el ser en acto) se encuentra el sitio  al cual llega el aguijón de la conciencia. Porque la conciencia no es más que el conocimiento cada vez más íntimo que nuestra manera de obrar nos da del propio yo. Por eso, la conciencia, con ocasión de nuestros actos, acusa a nuestra naturaleza moral.[*]

Agradezco a la vida el haberme otorgado la voluntad de acción. Gracias a ese don precioso pude  encontrarme con gratificaciones, que no abundan, pero estimulan y también  enfrentarme a las ingratitudes, que son muchas y difíciles de enumerar porque, a veces, se entremezclan. La voluntad de acción me puso en el camino del conocimiento, que es muy amplio por cierto, pero infaliblemente lleva al conocimiento de uno mismo. Y debí discernir entre lo que quería y lo que podía, entre mis aspiraciones y mis limitaciones. Y ese discernimiento me llevó a comprender que aún en la experiencia más personal siempre hay alguien más que el “sí mismo”. Siempre hay un prójimo. Para marcarnos el límite, para escucharnos, para abrazarnos o denigrarnos.
Cuando uno reconoce que en el juego existencial hay un  Otro (u otros) es posible crecer. No de tamaño, no a lo alto o a lo ancho, sino en profundidad. Y entonces ya no basta con lo que recibimos por imposición de la circunstancia. Silenciosamente comenzamos a hurgar en nuestro entorno. ¿Soy una parte inseparable de él? ¿O soy parte de él y también parte de otros posibles entornos? Surge  a la sazón otra fuerza, que es vital e inherente a la voluntad de acción:  el impulso hacia el trabajo. El trabajo representa siempre un esfuerzo. Físico y anímico. En él se pone el cuerpo y el alma. Hay que luchar por un puesto en el escalafón laboral y por los derechos que nos amparan en la condición de trabajadores, limar las asperezas a que nos exponen las obligaciones, defendernos de las  ofensas y  corresponder a las gentilezas de quienes nos promueven. Pero todo ese trajín no es en vano ya que con él seguimos creciendo en nuestra capacidad de ser personas. Y gracias a ese denodado  afán podemos reconocer por cuál puerta se entra a la dignidad y por cuál no.
En muchos casos, la voluntad de acción se inclina también por el estudio. Descubrir una vocación, sopesar los pro y los contra, luchar para acceder al mundo de  la ciencia, de  la técnica o del arte, doblegar la impaciencia, dominar la circunstancial predisposición al abandono, doblar la cabeza sobre el libro hasta que las letras, en  ese ida y vuelta del desciframiento, enciendan   alguna lamparita medio reticente dentro del  complejo cerebro. Pero este rigor también da sus frutos. La mente se nutre y al nutrirse se expande.  Como una lámpara perpetuamente encendida difunde su luz por todos los espacios. Los interiores y los exteriores. Podemos ver el mundo ya no desde una óptica estrecha y circunscripta a las encrucijadas o malas pasadas de las cuales somos hijos, sino desde una perspectiva abarcadora. Podemos independizarnos del mandato, de  cualquier restrictivo condicionamiento, de la manipulación que nos convertiría en indignas marionetas.
Es cierto que las facilidades tornan más agradable nuestra vida, pero también muchas veces nos comprimen, y a la larga siempre serán un modo velado de opresión.
Cada vez que salgo a mi jardín, que podría decir que  casi es un   espacio imaginario, porque lo soñé alguna vez como un lugar utópico, y sin que debiera echar mano de ninguna astucia o nefasta estratagema se convirtió en real, me digo y me repito que debo cuidar de cada pimpollo y cada brizna, de  cada tallo y de cada hoja porque hay en todos ellos   tal ímpetu que ningún abatimiento o desgano podrían desdecir.  Esa es la  secreta energía  con que se manifiesta el esplendor de la Creación.
Si en lugar de regar mis plantas y de acariciar con mis ojos   cada página de mis libros, pisoteara con ferocidad el terreno sembrado o el territorio en el que germinan los saberes no sería yo. Para ser Yo debí agradecer previamente la voluntad de acción y luego darle un  motivo  para actuar  dentro de mis deseos. Acceder a lo que nos falta implica saltar la valla de nuestro propio e inmóvil  reflejo narcisista  para hallar,  ante la paridad y  ante la divergencia   que   significa nuestro prójimo, un modo de afirmación y de  emancipación.
La voluntad de acción se cultiva, se tonifica diariamente. Quien se refugia en la queja, en el repetitivo regodeo en la penuria, o lisa y llanamente en la haraganería, pierde de vista toda fuerza motriz innovadora. Y como  todo   proceso siempre  es lento, se  pierde la paciencia. Y se  pierde  el recato y la prudencia.
En el espejo de nuestros días se ve mucho de eso. Lamentablemente.




Schopenhauer, Arthur, La libertad, Buenos Aires, Editorial Tor, S/f.

jueves, 17 de marzo de 2016

FRANCISCO DE MADARIAGA: Voz en vilo

LA SELVA LIVIANA

El sonido de un tren que se ahoga en la catarata
de las hojas.
Al fondo de la selva liviana y los cocoteros se
hunde el nivel de llanto,
el peso entero de los sueños.
Peso entero del saco del perfume de la gracia.
Estoy entre la espada del paisaje y el ladrillo
caliente del olvido,
viajando con un ardor de joya y sangre.
Escuchando el aullido de mi candor: mi nueva
fiesta.

EL VERDADERO PAÍS

¿Es otra la alegría?
Por las veredas ardientes de pronto me estremezco
de mi armonía en ese instante.
¿Qué atentado lúgubre arroja al equilibrio
de  su claro destino?
¿Qué mecánica de orden inclemente y perfecto
sonido,
qué irrupción metálica de golpe nos devuelve
a la sombra de las canallas herencias del sol
negro?
Tiembla el asilo de la vida.
Virtuoso bebedor del agua de diamante, tiéndete
a bramar contra el enorme globo rojo de la idea.
Ese tambor de sangre es tu país.


Fuente: De Sola, Graciela, Proyecciones del surrealismo en la literatura argentina, Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, 1967. Los poemas pertenecen al libro: El pequeño patíbulo-1954.


domingo, 28 de febrero de 2016

MIS POEMAS: Travesía de los signos (a la memoria de Umberto Eco)

De pronto el crujido.
La cáscara rugosa se resquebraja.
Y adentro puede haber algo informe, viscoso, terso o esquivo.
El cascarón se abre trabajosamente.
Una sutil membrana envuelve el oscuro interior.
Una especie de tela de araña
que impide separar cada fragmento.
Los dedos y el ojo se arquean como tenazas.
Y cada parte se desprende con un tirón casi imperceptible.
Cuando esa especie de fruto
ha quedado al desnudo
algo resbala por la conciencia
hacia el más íntimo y medular silencio.
Luego entra en el turbión
y se desgrana en gotas afiladas.
Llega al último peldaño
-que no será el último porque es infinita su  insurgencia-.
Digamos a la sala de máquinas
donde el circuito se enciende.
Y todo es presagio.
Hay espejos y refracciones.
Hay un tumulto de incandescencias.
Y cada partícula se dispersa y luego agrupa y
vuelve a la afasia
y entrechoca.
Y entonces una luz diminuta
recorre nuestro pensamiento. Y
el sentido se anuncia como un chisporroteo.
A tientas transitamos por su música,
por su crisálida
por su expectación.

Hemos arribado
a un territorio cuya fertilidad
depende del antesahoraacaso, de nosotros y
de esos otros que    casi al unísono se desintegran.
Hurgando en el cendal que apretuja recuerdos y olvidos.
En el último   recodo de  una travesía,
que se  hamaca
entre

el azogue y el humo.

sábado, 20 de febrero de 2016

UMBERTO ECO: minucioso observador de los signos y de la producción de sentido

El problema de la obra abierta (fragmento)


(…) En primer lugar en el cuadro de la sensibilidad normal esta progresiva tendencia a la apertura de la obra va acompañada de una análoga evolución de la lógica y de las ciencias, que han substituido los módulos unívocos por módulos polivalentes. Las lógicas de varios valores, la pluralidad de explicaciones geométricas, la relatividad de las medidas espacio-temporales, la misma investigación psico-fenomenológica de las ambigüedades perceptivas como momento positivo del conocimiento, todos estos fenómenos sirven de telón esclarecedor a un deseo de “obras de varias soluciones”, que substituyan, incluso en el campo de la comunicación artística, la tendencia a la univocidad por esa tendencia a la posibilidad que es la típica de la cultura contemporánea.
En segundo lugar, mientras que ciertos experimentos de obra abierta a una interpretación vaga expresaban, no obstante, una sensibilidad de tipo decadente y un deseo de convertir el arte en un instrumento de comunicación teoréticamente privilegiado, los últimos ejemplos de obras abiertas a un complemento productivo expresan una evolución radical de la sensibilidad estética. Los ejemplos de arquitectura en movimiento manifiestan un nuevo significado de la relación entre obra y consumidor, una integración activa entre producción y consumo, una superación de la relación puramente teorética de presentación-contemplación en un proceso activo en el que convergen motivos intelectuales y emotivos, teoréticos y prácticos. Fenómenos de decoración de interiores  ya en serie (lámparas y sillones capaces de asumir  formas y puntos de vista diferentes, librerías que pueden recomponerse de distintas formas, etc.) constituyen el ejemplo de un diseño industrial que es una continua invitación a la formatividad y a la adecuación progresiva del ambiente a nuestras exigencias de utilidad y esteticidad. En este contexto, incluso fenómenos como los musicales, ligados desde hace tiempo a la relación presentación-contemplación típica de una sala de conciertos, exigen ahora una interpretación activa, una co-formación, que al mismo tiempo se resuelve en una educación del gusto, una renovación de la sensibilidad perceptiva. Si uno de los motivos de la deseducación estética del público ( y por lo tanto, de la ruptura entre arte militante y gusto normal) proviene del sentido de inercia estilística, del hecho de que el lector o espectador tiende a gozar solo de aquellos estímulos que satisfacen su sentido de las probabilidades formales (de modo que solo aprecia melodías iguales a las que ya ha oído, líneas y relaciones de las más obvias, historias de final generalmente “feliz”) habremos de admitir que la obra abierta de nuevo cuño puede, incluso, suponer, en circunstancias socialmente favorables, una educación estética del público común.
                                                                                                                 1958

Fuente: Eco, Umberto, La definición del arte, Barcelona, Ed. Planeta-Agostini, 1985.


Umberto Eco nació en Alessandria-Italia el 5 de enero de 1932 y falleció en Milán el 19 de febrero de 2016. Doctorado en Filosofía y Letras en la universidad de Turín (1954), se destacó por sus estudios en el campo de la semiótica, aplicados en un primer momento a la estética medieval, y en una segunda etapa al estudio de los procesos de comunicación de las sociedades contemporáneas.

lunes, 8 de febrero de 2016

CARLOS DRUMOND DE ANDRADE: Vinhetas de carnaval

O QUE PASSOU

Há palabras que restam, sem substância.
Que foi feito do conteúdo de folia?
Quem mais se declara folião?
Em Momo quem acredita nestes hojes?
Pierrot é forma arcaica de sofrer.
Mas o umbigo subsiste e resiste.
As nádegas também. O carnaval
agarra-se a redondas redundâncias para sobreviver.

O OUTRO CARNAVAL

Fantasia,
Que é a fantasia, por favor?
Roupa-estardalhaço, maquilagem-loucura?
Ou antes, e principalmente,
brinquedo sigiloso, tão íntimo,
tão do meu sangue e nervos e oculto em mim,
que ninguém percebe, e todos os dias
exibo na passarela sem espectadores?

Fuente: Drumond de Andrade, Carlos, Poesía errante, Río de Janeiro, Ediciones Record, 1996.


LO QUÉ PASÓ

Hay palabras que quedan, sin sustancia.
¿Qué se hizo del contenido de la diversión?
¿Quién más se declara carnavalesco?
En Momo quién cree en estos hoy?
Pierrot es una forma arcaica de sufrir.
Pero el ombligo subsiste y resiste.
Las nalgas también. El carnaval
se agarra de redondas redundancias para sobrevivir.

EL OTRO CARNAVAL

Fantasía,
¿qué es la fantasía, por favor?
¿Ropa-estruendo, maquillaje-locura?
O por el contrario, y principalmente
¿juguete sigiloso, tan íntimo,
tan de mi sangre y nervios y oculto en mí
que nadie advierte, y todos los días
exhibo en la pasarela sin espectadores?


Traducción de VIÑETAS DE CARNAVAL: María Cristina Arostegui

lunes, 25 de enero de 2016

NARRACIONES MÍNIMAS: Cuando se llega demasiado lejos...

Había una vez una comarca donde todo se decía de otro modo. Claro que las cosas raramente se pueden llamar de una manera rotunda. Si uno es enano y dice este árbol es altísimo, cuando en realidad es un arbusto, puede ser una cuestión de perspectiva. Pero no se trataba de eso. Sino del circunloquio. Y un circunloquio es un rodeo verbal. Como tal rodeo significa una traslación –en este caso lingüística-. El paseo por los signos, como cualquier paseo puede implicar: distracción, desajuste del paso, cambio de punto de vista o cualquier otra  ocurrencia que permita desembocar en un callejón… en este caso el de  la ambigüedad. Todos decían las cosas pero de  tal forma que lo mismo  era decirlas  que no decirlas. La escala iba entre: decirlas a medias, decirlas al revés, como en una jerigonza, decirlas a los gritos, decirlas soto voce, decirlas fuera de contexto, decirlas entre dientes, no decirlas pero insinuarlas, no decirlas en orden, no decirlas para decirlas y decirlas para no decirlas. E incluso decir una cosa por otra y decir  la construcción de lo real y fáctico como si perteneciera a un plano intelectivo paralelo. Los habitantes de esa comarca se jactaban de su habilidad y juzgaban severamente a quien incurría  o pretendiera incurrir en una sintaxis de comprensión  completa.
Pero, como el silencio habla, y suele hacerlo con extremo rigor, los comarcanos finalmente debieron bajar los ojos y  conformarse con el asentimiento. Y llegó un  día en que perdieron sus propias palabras y con ello la capacidad de conformar una  "comarcaneidad" (perdón por el neologismo). Y fueron un montón de voces entreveradas y exangües.
Si bien el paisaje era borroso hay cosas que a la larga no pueden dejar de verse, u olerse.
Cadáveres-balas-basura-inundaciones-pantanos-madrigueras-vampiros-ácidos-despojos…
Sin duda, habían llegado lejos con su porfiada  idolatría de la  impostura.


de Narraciones mínimas,2015.

viernes, 15 de enero de 2016

RICARDO MOLINARI: una voz cristalina

ODA A LOS VIEJOS Y GRANDES RÍOS

De pie, alejado y sin beber, miro los grandes ríos de mi país,
salir con sus enormes lenguas oscuras hacia el mar.

Los ríos abiertos, angustiadores, abrasados por el sol y la
soledad sombría,
llegan al sur con sus dulces bocas melancólicas,
con sus continentes de flores;
con sus generosas venas apoyadas en el cieno.

Yo los he visto en las altas madrugadas acercarse como
pájaros solitarios,
y tocar la llanura, espantados, bebiendo sus lágrimas y
enterrando sus laúdes.

La planicie aplaca la voz y enceniza la piel de los labios,
y arde al corazón alegre con su fuerza y sus vientos infinitos
-perdidos-
debajo de sus incansables cielos que llegan hasta el llanto.

Los ríos vienen con sus bañadas espadas, con sus rotos
albornoces amarillos,
con sus innumerables pueblos para arrojarse en el mar.

Yo permanecí todo un día, alguna vez, mirándolos y sentí
cómo el sol se ponía detrás de mi espalda
y anochecía por una parte de mi cara, y no pude detener
las lágrimas.

Los ríos grandes bajan hacia el sur cargados
de lluvias, enloquecidos de verano,
de los insectos, de sus enormes flores pesadas que crecen
en la noche
y lucen sobre la corriente fragante: sobre el harpa suave.
Llegan apretados a unir sus antiguas cabezas –los guardados
cabellos-
y a mover sus cuerpos desnudos –la deleitosa frente- en
el agua salada.
¡El mar desierto recoge nuestras soledades continuadas!

¡Oh, dulce Paraná!, flor río, padre de islas y largas costas,
enaltecido por los ancianos de mi país;
ciego en tu eternidad, acaricias tus ciudades
como a una inmensa piel abandonada. Ellas te miran pasar
por debajo de hermosos árboles,
sobrio , con tu canasta de raíces y flores azules.
Tras de ti el aire, la luna, las tierras altas,
los ligeros caballos, el viento caluroso,
los pájaros, el manguruyú y los pequeños ríos
donde moja la furiosa lengua
el ocelote.

Te vuelves hacia el mar, sin huida, con los amarillos ojos
cerrados, corpulento,
y sin sumisión golpeas con los abiertos brazos
las islas, las rabiosas ramas: los muros últimos de la tierra.
¡Solo!
El Uruguay arrastra sus piedras, sus caracoles, y sus
hinchadas nubes por el naciente;
los fortunados cuerpos y las rotas amapolas.
¡Oh ríos, fuentes de la memoria!

Fuente: Molinari, Ricardo, Las sombras del pájaro tostado- obra poética (1923-1973), Buenos Aires, Ed. El Mangrullo, 1974. El poema pertenece al libro: El alejado, 1943.