VIOLENCIA DE LA POESÍA
Vamos a proclamar que el poeta es
un ser humano, habitante del mundo.
Vamos a proclamar que la poesía es el hombre. Vamos a terminar
con la significación literaria de la
palabra poesía, con la significación inerme, tranquila, indeterminada, escrita,
de la palabra poesía.
Los poetas de hoy deben escribir
en el aire, limpiar el aire. Ésta es su tarea inmediata, su tarea más difícil.
No se trata ya de versos o de
imágenes. Ellos son siempre un excedente, un sencillo desecho que servirá para
construir las ciudades nuevas.
Se escribe solo una parte de la poesía. La parte mayor,
la parte principal, esencial, está en el espacio. Ella sostiene las señales,
los caminos , las brújulas.
Basta ya de papeles y de
disquisiciones circulares. La mano del poeta no es diferente ni heroica. Es la
mano de una persona de confianza.
Basta de insultos a la sombra del
mundo. Construir sobre el alba, allí donde cada herida avanzará hacia la
indiferencia.
No haremos poesía en el espacio
donde toda palabra es inútil. La poesía por la que trabajamos tendrá siempre
una inexorable acción sobre las relaciones humanas. La poesía, a través de los
que identifican con su vida ese hacer, ha de llegar también a los que no
comprenden el escrito, ha de llegar en acto y
en presencia. Y las criaturas sin fidelidad a sus ojos, los continuos
saqueados, serán así defendidos. El
poeta hará posible la comunicación, los bellos gestos, la continuación de la
vida. (Viejo perro sin amo, habrá gustado el curso de vuestras palabras, acelerado
por su presencia.) El más bello ademán matará al último de los canallas.
Los poetas dicen la verdad con
sus siete colores: hay entre esos colores un amarillo ingenuo y un violeta con
trágica experiencia, hay un niño y un viejísimo dios, una ciudad despierta por
un grito, y un cofre de maravillas. (Un cofre de tierra preciosa, porque ellos
son dueños de la piedra antifilosofal, que transforma el oro en plomo.)
La poesía será una forma de
caminar, o de habitar el mundo. Cada poema es un accidente, una circunstancia.
Hablemos de caminar, de
comprender, hablemos de la indignación de los testigos y de los que tienen que
ganar su hambre. Hablemos de la única manera de estar entre los otros. Hablemos
de las soluciones universales y del tesoro único de cada hombre.
Y el poeta debe responder por
todos los hombres, puesto que los representa y significa.
La poesía ya no es un frasco de
agua de olor, sino la música donde sucede cada movimiento de las fibras
musculares.
Niño, no mates a tus poetas,
porque ellos vienen a devolverte la vida.
El poeta viene a unificar
vuestras mejores experiencias, vuestros momentos cruciales, y a devolveros su
fuerza.
La gran memoria sostiene los ojos
que justifican el mundo.
El poeta es el único que puede
comprender. Él decidirá en última instancia sobre las relaciones entre la
lógica y la vida, entre la mecánica, los mitos, la planificación y la vida.
Es necesario que la realidad,
antes de existir, sea soñada. Nada se materializa más fácilmente que un
verdadero sueño.
Vosotros venceréis siempre a las
máquinas de calcular, porque la fuerza del que ve claro lleva mil siglos de
ventaja. Ver a través de vuestros dolores, ver a través de vuestros sueños, ver
a través de vuestra inocencia.
La poesía deviene, violentamente,
antipoesía. Ella se instala ahora en vuestros cuerpos, habita vuestras casas y
combate por vuestra dignidad en todos los frentes.
A vivir por vosotros.
Solo así el poeta tiene derecho,
a veces, a entregarnos algunas imágenes, algunas sugestiones, a devolvernos
doble por sencillo.
Fuente: El movimiento Poesía
Buenos Aires (1950-1960). Selección prólogo y notas de Raúl Gustavo
Aguirre, Buenos Aires, Editorial Fraterna, 1979. El texto pertenece al volumen
VII de la revista Poesía
Buenos Aires.
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