Todo no es de pájaros, no.
Es apenas una tímida
cristalería
que abre la mañana.
Juan L. Ortiz
Sin una presencia desgarrada de objetos inútiles
danzan tus letras como diablitos o ángeles anhelantes
que es casi lo mismo.
Y tu río es una paz que penetra los puños
hasta volverlos agua.
Ante tanto temblor deshumanizado se alza
esa solicitud con que te entregas, siendo aún
más fugitivo de ti mismo que las hilachas de las estaciones
desvaídas, sobre los dedos atávicos.
Fragante hermandad de una voz distendida o pronunciada
en desvaríos de verdor.
La de la amable provincianía de dar, aun a destiempo
contra las horas, en el interrogante infinito.
Amigo de alas tan tenues. Sin puertas para la poca cosa
de la desgarradura temblona o convulsiva.
Amable amigo de los hombres y los paisajes.
Todo en uno. Porque, ¿qué es nuestra sola humanidad
sino un paisaje que se vuelve hacia adentro y nos da
la mirada para intentar el trazo soberano
de tanto resplandor imaginable?
María Cristina Arostegui- Finalista “Concurso Internacional Letras de Oro 2001” .
Publicado en la revista: La autopista del sur Nº 3, mayo del 2003.
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