lunes, 18 de febrero de 2013

TRASTIENDA DE LA POESÍA: ALBERTO GIRRI



EL MOTIVO ES EL POEMA

Escribir por fragmentos: los fragmentos son entonces las piedras sobre el borde del círculo: me explayo en redondo: todo mi pequeño universo está hecho migajas: en el centro, ¿qué?
Barthes

Que entre los signos atendibles del poeta se destaque la tendencia a un orden no necesita demostración. Basta el poema; su existir, objeto creado, lo prueba. Que tal afán es también máscara, paralizaría comprobarlo. Máscara del cultivar un papel cuya intensidad fascina, dejándonos creer que se cumple con una órbita individual, autónoma, mientras que en rigor lo que efectivamente actúa es el poder creador que es el mundo. Hacedores de poemas ocupando sus respectivos, prefijados lugares; solo instrumentos.

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Grado superior de austeridad. Cuando del ensimismamiento de componer  el poema se pasa a la enajenación de estar cultivándolo, viéndolo crecer. El tránsito consiste en que aquello de “ el ritmo de lo escrito es el ritmo del que escribe” caduca, y a partir de allí no se escuchará sino el ritmo del poema.

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Manera de leer. El poema, presente que se reitera sin cesar. La vida (movilidad) del texto indisolublemente unida a la sensación del tiempo.

Fuente: Girri, Alberto, Lo propio, lo ajeno, Bs.As., Ed. Sudamericana, 1980.


sábado, 2 de febrero de 2013

TRANSFORMAR LA REALIDAD EN FICCIÓN



En general, los temas de la narrativa provienen de la realidad, pero si se cuentan como una realidad, el texto pierde el carácter ficcional  que hace de él una creación propia y original. Hay que buscar el modo de apartarlo de ese excesivo realismo que lo acercaría a una crónica. He ahí uno de los tantos trabajos a que debe enfrentarse el cuentista. Nada fácil. En medio de ese esfuerzo, la mente parece estancarse. Va y viene sobre el asunto y quizás por mucho tiempo se tiene la impresión de que la cosa no va a salir de donde está, que nada va a cambiar ese rumbo que no nos convence. Pero, es que si no nos convence es porque juzgamos imprescindible un cambio. Y cuesta mucho descubrir cuál será el cambio. Descubrir algo que está en nuestro propio pensamiento porque por más que la solución provenga del exterior, el que la adapta a la circunstancia es nuestro intelecto. Imaginar es como desenterrar. Una especie de oficio de arqueólogo. Un huesito por acá, un huesito por allá hasta que logramos armar el monstruo prehistórico.