viernes, 18 de abril de 2014

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: Toda muerte remite al principio

Mi recuerdo más vivo y constante no es el de las personas, sino el de la casa misma de Aracataca donde vivía con mis abuelos. Es un sueño recurrente que todavía persiste. Más aún: todos los días de mi vida despierto con la impresión, falsa o real, de que he soñado que estoy en esa casa. No que he vuelto a ella, sino que estoy allí,  sin edad y sin ningún motivo especial, como si nunca hubiera salido de esa casa vieja y enorme. Sin embargo, aun en el sueño, persiste el que fue mi sentimiento predominante durante toda aquella época: la zozobra nocturna. Era una sensación irremediable que empezaba siempre al atardecer, y que me inquietaba aun durante el sueño hasta que volvía a ver por las hendijas de las puertas la luz del nuevo día. No logro definirlo muy bien, pero me parece que aquella zozobra tenía un origen concreto, y es que en la noche se materializaban todas las fantasías, presagios y evocaciones de mi abuela. Esa era mi relación con ella: una especie de cordón invisible mediante el cual nos comunicábamos ambos con un universo sobrenatural. De día, el mundo mágico de la abuela me resultaba fascinante, vivía dentro de él, era mi mundo propio. Pero en la noche me causaba terror. Todavía hoy, a veces, cuando estoy durmiendo solo en un hotel de cualquier lugar del mundo, despierto de pronto agitado por ese miedo horrible de estar solo en las tinieblas, y necesito siempre unos minutos para racionalizarlo y volverme a dormir.
(…)
- Quizás, como te lo dije ya, la pista (de Cien años de soledad) me la dieron los relatos de mi abuela. Para ella los mitos, las leyendas, las creencias de la gente, formaban parte, y de una manera muy natural, de su vida cotidiana. Pensando en ella, me di cuenta de pronto que no estaba inventando nada, sino simplemente captando y refiriendo un mundo de presagios, de terapias, de premoniciones, de supersticiones, si tú quieres, que era muy nuestro, muy latinoamericano. Recuerda, por ejemplo, aquellos hombres que en nuestro país consiguen sacarle de la oreja los gusanos a una vaca rezándole oraciones. Toda nuestra vida diaria en América Latina, está llena de casos como éste.

(…)

- (La inspiración) Es una palabra desprestigiada por los románticos. Yo no la concibo como un estado de gracia, ni como un soplo divino, sino como una reconciliación con el tema a fuerza de tenacidad y dominio. Cuando se quiere escribir algo, se establece una especie de tensión recíproca entre uno y el tema, de modo que uno atiza el tema y el tema lo atiza a uno. Hay un momento en que los obstáculos se derrumban, todos los conflictos se apartan, y a uno se le ocurren cosas que no había soñado y entonces no hay en la vida nada mejor que escribir. Eso es lo que yo llamaría inspiración.

Fuente: García Márquez, Gabriel, El olor de la Guayaba, conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1994.

Gabriel García Márquez nació en Aracataca, Colombia, en 1927 y falleció en la ciudad de México el 17 de abril de 2014. En 1982 obtuvo el Premio Nobel.


Nota: Plinio Apuleyo Mendoza es un escritor y periodista colombiano, nacido en 1932. En Francia tuvo a su cargo la revista Libre que agrupó a los escritores del llamado "boom latinoamericano".

2 comentarios:

  1. muy bien seleccionados los textos. Me gustó mucho el primero, sobre todo. Gracias. Ofe

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  2. Gracias, Ofe, por tu comentario, por tu interés. A mí también me gustó esta referencia a la infancia porque siento que en ella están muchos de los fundamentos de la imaginación. Y el final es ese regreso a un principìo del cual surgimos como prueba de lo que puede la Creación.

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