lunes, 14 de marzo de 2011

El pensamiento de Simone de Beauvoir

“La división de los sexos es un hecho biológico, no un momento de la historia humana.  [...]La pareja es una unidad fundamental, cuyas dos mitades están remachadas una con otra:   no es posible ninguna escisión en la sociedad por sexos.    Eso es lo que caracteriza fundamentalmente a la mujer: ella es lo Otro en el corazón de una totalidad cuyos dos términos son necesarios el uno para el otro”.


“En casi ningún país es idéntico su estatuto legal al del hombre;   y, con frecuencia, su desventaja con respecto a aquél es muy considerable.    Incluso cuando se le reconocen en abstracto algunos derechos, una larga costumbre impide que encuentre en los usos corrientes su expresión concreta.   Económicamente, hombres y mujeres casi constituyen dos castas distintas, en igualdad de condiciones, los primeros disfrutan situaciones más ventajosas, salarios más elevados, tienen más oportunidades de éxito que sus competidoras de fecha reciente:   en la industria, la política, etc., ocupan un número mucho mayor de puestos y son ellos quienes ocupan los más importantes.   Además de los poderes concretos que poseen, están revestidos de un prestigio cuya tradición mantiene toda la educación del niño: el presente envuelve al pasado, y en el pasado toda la Historia la han hecho los varones.    En el momento en que las mujeres empiezan a participar en la elaboración del mundo, ese mundo es todavía un mundo que pertenece a los hombres:   ellos no dudan, ellas lo dudan apenas.   Negarse a ser lo Otro, rehusar la complicidad con el hombre, sería para ellas renunciar a todas las ventajas que puede procurarles la alianza con la casta superior.   El hombre-soberano protegerá materialmente a la mujer-ligia y se encargará de justificar su existencia: junto con el riesgo económico evita ella el riesgo metafísico de una libertad que debe inventar sus fines sin ayuda.   En efecto, al lado de la pretensión ética, también hay en él la tentación de huir de su libertad para constituirse en cosa;   es ése un camino nefasto, en cuanto que pasivo, alienado y perdido; resulta entonces presa de voluntades extrañas, cercenado de su trascendencia, frustrado de todo valor.   Pero es un camino fácil:   así se evitan la angustia y la tensión de una existencia auténticamente asumida.   El hombre que constituye a la mujer en Otro, hallará siempre en ella profundas complicidades.   Así, pues, la mujer no se reivindica como sujeto, porque carece de los medios concretos para ello, porque experimenta el lazo necesario que la une al hombre sin plantearse reciprocidad alguna, y porque a menudo se complace en su papel de Otro.”


Fuente: de Beauvoir, Simone: El segundo sexo, Buenos Aires, Ediciones de Bolsillo, 1999.


Gracias, Ofelia,  por el aporte de estos fragmentos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario