martes, 28 de abril de 2015

AGUSTÍN TAVITIAN: La palabra invicta

Hace pocos días se recordó el genocidio armenio. Pasó un siglo desde entonces, ya que tuvo su inicio el 24 de abril de 1915 cuando las fuerzas del Imperio Otomano impusieron la violenta deportación del pueblo armenio. La marcha forzada que comenzó en Estambul provocó casi dos millones de muertes. Una fecha luctuosa no solo para los que la sufrieron en carne propia sino también para quienes  creemos que los derechos humanos son, además de  intransferibles, un bien que pertenece a la humanidad en su conjunto.
La fecha me trajo el  recuerdo del poeta Agustín Tavitián quien expresó en algunos de sus versos ese drama vivido por sus antepasados.
Lo conocí, hace ya tiempo, en la antigua Radio Nacional (de Ayacucho y Santa Fe). En esa emisora  conducía un programa de poesía. Un par de veces lo visité. Era un hombre muy amable y cordial, que abría su espacio a las distintas  voces poéticas que por esos años  andaban empeñadas en hacerse oír.
El libro que tengo entre mis manos se titula: La palabra invicta. Así también se llamaba su  convocante programa.
En su memoria y en la del pueblo que le dio origen, el poema XII, de la  segunda  sección del libro, homónima del título:

Un día estallará mi corazón
y se desparramarán los versos que no he escrito.
Mientras tanto buscaré, almacenaré
y echaré al viento,
los códigos de lo innombrable
que guarda el corazón del hombre.
De los seres auténticos,
develados en el idioma viril de la confianza
y en la tierna ilusión del sentimiento.
Incorporaré a mi asombro el lenguaje desgarrado
de quienes extraen formas y atrapan una imagen
en la caída abismal de sus angustias.
Esos ángeles mortales, hombres y poetas
que acechan la verdad entre infiernos y absurdos
y celebran bellezas ante tanto cansancio cotidiano.
Fusionaré mi simpleza de ser, mi expresión limitada,
en quienes conquistan trascendencias en su idioma
con sacrificios, olvidos y terquedad de sueños
pegados al vuelo de sus dispersas memorias fantasmales.

Un día estallará mi corazón
y se desparramarán los versos que no he escrito,
pero quedará esta confianza, esta fe en los hombres,
en los ángeles caídos del silencio, de la oscuridad,
la soledad, la indiferencia, que están gestando heroicamente
la triunfadora, invencible, inconquistable palabra invicta
que nos sustenta a todos…


Fuente: Tavitian, Agustín, La palabra invicta, Ediciones AKIAN, Buenos Aires, 1988.

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