lunes, 14 de febrero de 2011

MIS POEMAS: El viejo



Así se le va poniendo la muerte
como una hebra de hielo
que viaja sin pudor por sus entrañas.
El aliento desciende hasta sus pasos.
Todos somos sus bordes, los límites
de ese golpe de oscuridad serena.
Parpadea y renuncia al objeto que escapa de sus manos.
La página se borra ante sus ojos
aun cuando vislumbra algún trazo en fuga.
De pronto, el rasgo sordo de su discernimiento,
el tronar de sus huesos contra el mundo
despiertan a la nube que lo transporta en ciego vuelo.
La nada se va deteniendo en él
hasta poner un muro delante de su cuerpo.
Allí, tal vez, en una tarde clara
se posen golondrinas
y miren desde este punto de deshojamiento
otros puntos del orbe
ya ausentes de sus alas.
Así, lentamente, va perdiendo pisada.
Presume que es un espacio de aire,
un transporte de polen o de polvo de estrellas.
Suavemente.
Quizás con una muda rebeldía,
aleteo del ave que se ha quebrado un ala.
Por un manantial inadvertido baja la muerte,
hace un hueco en su almohada
y lo adormece.

Fuente: Arostegui, María Cristina, Río ascendente, Editado por la Oficina Cultural de la Embajada de España, Colección Guiomar, 1983. Primer premio del Aula Antonio Machado.

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