VI
“ No toda mirada es capaz de engendrar
visiones. Algunas miradas nada ven de puro inmersas en lo inmediato; otras, desprendiéndose un poco
más, se enredan en espejismos; otras, llegan hasta figurarse personajes,
criaturas. Pero hay una mirada genial de quien , habiendo llegado hasta un
lugar privilegiado, hasta un centro, mira desde él creadoramente. Porque
habiendo llegado a insertarse en algún
lugar donde muchas cosas se hacen una sola, es capaz de engendrar unitariamente
una diversidad.”
María Zambrano
El hombre es su
conciencia de sí, y sin embargo, tenemos conciencia de haber sido más nosotros
mismos en los momentos en que, librados de los límites de la conciencia,
pudimos soñar.
Cuando fuimos más y
otros:
cuando
un sueño nos iluminó.
Cuando una cita con
lo ausente nos trasportó de la estrechez de lo presente.
Cada vez que una
época deja de soñar ya no despierta.
Duerme su sueño sin
sueños.
Sueño gregario: el
mismo que todos, pero aislado en cada uno.
Diferente a nadie: indiferente a todos.
El hombre, cada
hombre y cada mujer, no es la humanidad: ella es el sentido de lo humano, el sentido
de cada uno, y la tarea de todos.
Lo realizable.
Cuando se extingue
su pasión por lo posible, cuando la imaginación
no imagina futuros, esa época deja de ser humana: ha claudicado de su esencia
utópica, su pulsión simbólica. Ha amputado su impulso deseante.
Su deseo de desear.
Lo humano de su
humanidad.
Ha comenzado a
morir, a dormir sin el sueño de soñar.
Para modificar, combinar
y variar lo que se tiene, hay que saber con qué se cuenta: basta calcular.
Pesar y medir.
Para transfigurar
la realidad, darle la forma de una novedad, liberar su intrínseca creatividad,
hay que contar con lo que no se tiene.
Con lo que aún no es:
mirar hacia lo que no se ve.
Hacia la diferencia
en su desnudez:
lo todo otro que
todo.
Lo imposible que
nos conduce
hacia
más lejos que llegar.
Fuente: Mujica,
Hugo, Poéticas del vacío, Madrid,
Editorial Trotta, 2002.
No hay comentarios:
Publicar un comentario