sábado, 20 de febrero de 2016

UMBERTO ECO: minucioso observador de los signos y de la producción de sentido

El problema de la obra abierta (fragmento)


(…) En primer lugar en el cuadro de la sensibilidad normal esta progresiva tendencia a la apertura de la obra va acompañada de una análoga evolución de la lógica y de las ciencias, que han substituido los módulos unívocos por módulos polivalentes. Las lógicas de varios valores, la pluralidad de explicaciones geométricas, la relatividad de las medidas espacio-temporales, la misma investigación psico-fenomenológica de las ambigüedades perceptivas como momento positivo del conocimiento, todos estos fenómenos sirven de telón esclarecedor a un deseo de “obras de varias soluciones”, que substituyan, incluso en el campo de la comunicación artística, la tendencia a la univocidad por esa tendencia a la posibilidad que es la típica de la cultura contemporánea.
En segundo lugar, mientras que ciertos experimentos de obra abierta a una interpretación vaga expresaban, no obstante, una sensibilidad de tipo decadente y un deseo de convertir el arte en un instrumento de comunicación teoréticamente privilegiado, los últimos ejemplos de obras abiertas a un complemento productivo expresan una evolución radical de la sensibilidad estética. Los ejemplos de arquitectura en movimiento manifiestan un nuevo significado de la relación entre obra y consumidor, una integración activa entre producción y consumo, una superación de la relación puramente teorética de presentación-contemplación en un proceso activo en el que convergen motivos intelectuales y emotivos, teoréticos y prácticos. Fenómenos de decoración de interiores  ya en serie (lámparas y sillones capaces de asumir  formas y puntos de vista diferentes, librerías que pueden recomponerse de distintas formas, etc.) constituyen el ejemplo de un diseño industrial que es una continua invitación a la formatividad y a la adecuación progresiva del ambiente a nuestras exigencias de utilidad y esteticidad. En este contexto, incluso fenómenos como los musicales, ligados desde hace tiempo a la relación presentación-contemplación típica de una sala de conciertos, exigen ahora una interpretación activa, una co-formación, que al mismo tiempo se resuelve en una educación del gusto, una renovación de la sensibilidad perceptiva. Si uno de los motivos de la deseducación estética del público ( y por lo tanto, de la ruptura entre arte militante y gusto normal) proviene del sentido de inercia estilística, del hecho de que el lector o espectador tiende a gozar solo de aquellos estímulos que satisfacen su sentido de las probabilidades formales (de modo que solo aprecia melodías iguales a las que ya ha oído, líneas y relaciones de las más obvias, historias de final generalmente “feliz”) habremos de admitir que la obra abierta de nuevo cuño puede, incluso, suponer, en circunstancias socialmente favorables, una educación estética del público común.
                                                                                                                 1958

Fuente: Eco, Umberto, La definición del arte, Barcelona, Ed. Planeta-Agostini, 1985.


Umberto Eco nació en Alessandria-Italia el 5 de enero de 1932 y falleció en Milán el 19 de febrero de 2016. Doctorado en Filosofía y Letras en la universidad de Turín (1954), se destacó por sus estudios en el campo de la semiótica, aplicados en un primer momento a la estética medieval, y en una segunda etapa al estudio de los procesos de comunicación de las sociedades contemporáneas.

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