En
revistas denominadas “culturales”, o en
breves ensayos o artículos de algunos
críticos o de supuestos escritores que aparecen en las secciones de cultura de
los diarios, puede advertirse una marcada tendencia al regodeo en aristas
absolutamente personales de los escritores. En
muchos casos, nos enteramos tarde o temprano de esas facetas íntimas, a
veces penosas o por lo menos conflictivas a través de confesiones de los mismos
o conjeturando a partir de ciertos datos biográficos. Pero en última instancia
lo que vale es su obra y no sus intrígulis privados. Las publicaciones
“culturales”, mimetizadas con la incultura de época, dan rienda suelta a un
chismorreo -casi diría cotorreo- que no dista demasiado en su intención de la de la antigua revista “Antena” respecto de la farándula. Lo que hace de Borges
un escritor universal, leído y admirado
en todo el mundo y en diferentes épocas y por lectores de distintas edades, no
son sus avatares existenciales, sino su talento. Lo mismo podría decirse de
Kafka y tantos otros. En lo personal, sólo me importa de la psicología del
autor su capacidad para crear. He oído decir que los conflictos psicológicos
enriquecen al artista. Puede ser, aunque las
neurosis y/o psicosis no sean el único motor que propulsa la creación.
De lo contrario cualquier neurótico, psicótico o psicópata podría ser
artista. Considero “alocada” esa
proclividad por hurgar en la vida privada. Una muestra más, creo yo, de cierta avidez por
ganar mercado en una coyuntura social que aprecia más el reality show y las vidrieras que la soledad
y ensimismamiento que propician la aguda reflexión.
jueves, 15 de agosto de 2013
domingo, 4 de agosto de 2013
Trastocando imágenes
De un trabajo combinado entre fotos y textos surgió esto. Una especie de puesta a prueba de la tecnología y la imaginación, la imagen y la palabra, la mirada y su reflejo. Nada nuevo bajo el sol. Solo el inicio, el germen de algo que está en "ablande". Invito a los lectores a tejer una historia. O muchas...
Unquillo-Córdoba, 2005. |
Ciego. Sin ojos que le permitan
adelantarse o dar marcha atrás. Solo coágulos
de óxido. Mirada vacía. Y allí el árbol ése que se ha interpuesto a su
tren delantero, trabando el paragolpes con su tronco fuera de toda lógica. Atado a la soledad de la vera del camino. Tal vez algún fauno se acomode en las noches de luna al frente de ese volante crucificado por la
perpetuidad del contra/giro. Salpicaduras de barro engrosan el volumen de sus
ruedas. La herrumbre invasora proclama el tormento de su carrocería. De vidrios, ni noticias. Todas
las aberturas son huecos. Interminable oquedad donde el pasado se ensimisma.
Será un modelo del año 47 ó 48. ¿Cómo ha ido a parar allí? ¿De qué modo? Y
entonces surge la posible historia. La descripción deja paso a la narración.
Una pareja cruzaba las sierras. Iban a establecerse en la zona. Desaparecieron
sin dejar rastros. Un pintor que ha pasado por Unquillo y por la casa de Spilimbergo, fue absorbido por su pintura y desde entonces
vaga de tela en tela, sin encontrarse a
sí mismo. Un chacarero estafado, pierde su campo y demás pertenencias, incluido
el auto. Lo encuentran de rodillas ante
el altar de la Capilla
Buffa. O… Y el coche, sin más dueño que el misterio, ha
quedado como muestra fatal de esas u
otras ausencias.
La naturaleza se hizo cargo del
asunto. Encerró al rodado para que no
pudiera escapar. Lo atrapó y transformó en chatarra. Desde entonces duerme
mientras la intemperie hace de las suyas. Tal vez sueñe con sus antiguos
dueños: él/ella/ellos ¿succionados por la niebla, devorados por el verdor
nocturno, carcomidos por la luz de un rayo?...
Colonia del Sacramento, ROU, 2013. |
Del otro lado del río, un
ejemplar también de antaño. Lustroso
como para un casamiento o una cita fantástica. A la espera. En una calleja de
adoquines desparejos, un pequeño pasaje de una ciudad dispuesta para la
añoranza. Con construcciones de estilo portugués y suspiros ululando en
dirección al río. Al borde del invierno reinventa la
primavera. No por nada su color es
el verde. Oscuro pero verde al fin. Y es
que en su baúl estallan flores y hojas. Y hasta alguna mariposa merodea el
colorido de los tiestos. En su interior: dos copas con sus respectivas
servilletas invitan al brindis. El restaurant tienta al turismo con una
propuesta insólita: almorzar, merendar o cenar dentro de un coche pasado de
moda y por ello “atrayente”. Un coche viejo y nuevo al mismo tiempo. Porque
florece aunque esté detenido. ¿A qué historia puede corresponder tal
escenografía? Una historia de amor, de reencuentro. Un sitio exclusivo. Para
snobs, para diletantes, para jóvenes que ajustan su humor al del pasado o para
viejos nostalgiosos. Para la conversación o el silencio. Para el ritmo detenido
de ese siempre sol. De esa tibieza extrema que acaricia el alma y los sentidos.
Un lazo entre ambos vehículos: la quietud. Habiendo sido creados para circular, los dos están quietos. En un lugar
preciso y expuestos al espionaje de una lente
que los fija en su fijeza.
La naturaleza interceptando el accionar de una mecánica que
provoca la desaparición de personajes y acciones. Trama de agujeros. Y un otro lado que invita a la animación, al bramido
ilusorio de los motores o a la contradanza
de una caja de cambios. En ambos casos se advierte la mano del hombre.
No se la ve. Se la advierte, en el silencioso acertijo que la materia impone a la visión o en esa muda intencionalidad de lo que se rehace
deshaciéndose. Solo podría darse una
vuelta en estos trastos con el auxilio de la imaginación, cuya condición es tan impredecible como el accionar
de cualquier dispositivo traicionado por
la herrumbre del tiempo. Motivos… buenos
motivos para poner en marcha este oficio de sombras…
jueves, 1 de agosto de 2013
RUBÉN DARÍO: Ama tu ritmo...
Ama tu ritmo y ritma
tus acciones
bajo su ley, así como
tus versos;
eres un universo de
universos
y tu alma una fuente
de canciones.
La celeste unidad que
presupones
hará brotar en ti mundos
diversos,
y al resonar tus números
dispersos
pitagoriza en tus
constelaciones.
Escucha la retórica
divina
del pájaro del aire y
la nocturna
irradiación geométrica
adivina;
mata la indiferencia
taciturna
y engarza perla y
perla cristalina
en donde la verdad
vuelca su urna.
Fuente: Darío, Rubén,
Antología poética, Buenos Aires,
Editorial Kapelusz, 1973.
Nota: Rubén Darío es el seudónimo de Félix Rubén García
Sarmiento, nacido en Metapa( hoy Chocayos)- Nicaragua en 1867 y fallecido en León-
Nicaragua en 1916.