EL PASO TAN LENTO DEL AMOR
Fragmento (comienzo y
final de la novela)
Conviene no saber demasiado del mañana; verlo claramente es más terrible
que la oscuridad. Por lo demás, para mantenerse en pie es preciso aprender a
caer. Adquirí muy pronto esta certeza; y también que eso es lo único que nos
incumbe, nuestra sola contribución al destino.
Como las plantas obedecen a la luna, y la modesta luna de nuestros sueños al
universo, así cada uno de nosotros.
No recuerdo haber reflexionado, verdaderamente, antes de ejecutar tales
o cuales designios que en lo sucesivo otorgan a la vida, siempre en zigzag, la
apariencia de una serie de recomienzos premeditados. Nunca tuve la impresión de
tomar partido, de descartar por propia iniciativa una elección cualquiera: elevándome
o hundiéndome según mis inclinaciones, he actuado para salvar mi alma –el alma
que, lenta, pero con obstinación y en silencio, madura su proyecto y, concediéndonos
el creer que somos los amos, nos permite, por intermitencias, entreverlo.
(…)
¿El tiempo? Trepé a sus pirámides de arena, tantos escalones hacia
arriba por una faz, como hacia abajo por la otra. De acuerdo, el cuerpo se puso
a hablar más alto que el espíritu; lo he paseado de aquí para allá por las
sendas de las quimeras; usado, gozado, gastado; y heme aquí en acecho, atento a
él, desde ahora solo una máquina de suspirar -¿hasta la nueva esperanza y el
nuevo comienzo?
No quedará el ser, sino la imagen; ni siquiera la imagen, sino su
reflejo; el reflejo de esa cerilla que un transeúnte enciende en la noche. Tan
solo las osamentas llegan al país de los muertos, donde todos los hombres son
igualmente interesantes, donde bajo no importa qué lápida duerme y se disuelve,
sílaba a sílaba, la memoria del mundo.
La vida se ha disipado demasiado, para el paso tan lento del amor; se
hace tarde; y no tengo ninguna Ítaca.
Fuente: Bianciotti, Héctor, El
paso tan lento del amor, Barcelona, Tusquets Editores, 1996.
Héctor Bianciotti nació en Luque, Córdoba- Argentina, el 18 de mayo de 1930 y falleció en París, Francia, el 11 de junio de 2012. Vivió desde 1961 en París y escribió gran parte de su obra en francés. En 1981 obtuvo la ciudadanía francesa y en 1996 fue electo miembro de la Academia Francesa.
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