EL GOZANTE
a
Ricardo Molinari
Me dejo estar sobre
la tierra porque soy el gozante.
El que bajo las nubes
se queda silencioso.
Pienso: si alguno me
tocara las manos
se iría enloquecido
de eternidad,
húmedo de astros
lilas, relucientes.
Estoy solo de espaldas
transformándome.
En este mismo
instante un saurio me envejece y soy leña
y miro por los ojos
de las alas de las mariposas
un ocaso vinoso y
transparente.
En mis ojos cobijo
todo el ramaje vivo del quebracho.
De mí nacen los
gérmenes de todas las semillas y los riego llorando con rocío.
Sé que en este
momento, dentro mío,
nace el viento como
un enardecido río de uñas y de agua.
Dentro del monte
yazgo preñado de quietudes furiosas.
A veces un lapacho me
corona con flores blancas
y me bebo esa leche
como si fuera el niño más viejo de la tierra.
Miro los cachos de
banano,
veo arañar sus dulces
dedos de oro
y en las sandías
los genitales verdes
del verano llenan mi corazón de poblaciones.
Siento que estoy
tapado por luciérnagas
y que en mi pelo
crece la niñez del relámpago.
Lo que pisa mi piel
igual que arena lo traga para siempre.
La sombra de los
pájaros es como un agua negra que acaricia mi nuca,
una hormiga me deja
su ají breve en la boca
y me voy a los tumbos
en la noche
por el agujereado
camino de los sapos.
¿Quién me arrima la
paz de la tortuga?
¿Quién desempoza el
tiempo de su cáscara?
Soy el que por la
piedra lechosa del quirquincho
bebe en miel las
abejas
como el rocío maduro
de la música.
¿A dónde irán mis
ojos llenos de hojas?
¿Por dónde en ellos
vagará el cielo yéndose?
Me mira Dios y sé que
aquí, yaciendo,
lo estoy haciendo
despaciosamente.
De cara al infinito
siento que pone
huevos sobre mi pecho el tiempo.
Si se me antoja,
digo, si esperase un momento,
puedo dejar que
encima de mis ingles
amamante la luna sus
colmillos pequeños.
Miren mis ojos cuando
yo estoy pensando a ver si es que les miento.
Zorros la cola como
cortaderas,
gualacates rocosos,
corzuelas con sus
ángeles temblando a su costado,
garzas meditabundas,
yararás
despielándose,
acatancas rodando la
bosta de su mundo,
todo eso está en mis
ojos que ven mi propia triste nada y mi alegría.
Después, si ya estoy
muerto,
échenme arena y agua.
Así regreso.
Junio, 1970.
Fuente: Castilla, Manuel J., Cantos
del gozante, San Salvador de Jujuy, Edición de José Francisco de Paula Ortiz “Gutemberg”- colección
Buenamontaña, 1972.
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